jueves, 2 de junio de 2011

LAS DOS FRIDAS



Frida Kahlo y Frida Amazónica

Hace algunos años, cuando tuve la oportunidad de conocer la vida y obra de la artista ucayalina Lidia Segura, y su extraña y lejana relación con la célebre pintora mexicana Frida Kahlo, pensé que el mundo podía ser más pequeño de lo que imaginábamos, y que el arte, podía ser una extraordinaria herramienta para, además de realizar nuestra catarsis personal, ser un medio efectivo para auto-psico-analizarnos y realizarnos como personas. Conozcamos un poco la vida de la dos Fridas, una en México, y otra, en nuestra Tierra Colorada.

Magdalena Carmen Frieda Kahlo Calderón, o simplemente Frida Kahlo, nación el año 1907 y murió el año 1954 en Coyoacán – México. Fue quizá, una de las pintoras más emblemáticas del arte mexicano de la centuria pasada. Desde su etapa escolar, sobresalió por ser la cabecilla de un grupo de chicos rebeldes quienes hacían sorprendentes travesuras, cuyas víctimas eran sus profesores. Así conoció al célebre muralista mexicano, Diego Rivera, que luego se convirtió en su esposo.

La vida de Frida Kahlo quedó marcada por el sufrimiento físico que comenzó con la poliomielitis que contrajo en 1913 y continuó con diversas enfermedades, lesiones y accidentes. Tuvo que soportar 32 operaciones quirúrgicas en toda su vida. Dado el gran aburrimiento que le provocaba estar postrada en cama durante muchísimas horas y días, es que empezó a pintar. En plena convalecencia pintó un auto-retrato, y siguieron luego una serie de auto-retratos en los que expresó los hechos infortunados de su vida, así como sus reacciones emocionales.

Su formación artística fue autodidacta, y la mayoría de sus pinturas las realizó estirada en su cama y en el baño. Su gran fuerza y energía por vivir, le permitieron una considerable recuperación, a tal punto que pudo volver a caminar, y una amiga la introdujo en los círculos artísticos de México. El reconocido poeta y ensayista del surrealismo André Bretón, calificó a las obras de Kahlo, como surrealistas, y la misma Kahlo respondió diciendo: “Creían que yo era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad".


Lidia Beatriz Segura Fernández, auto-denominada Frida Amazónica, nació en la localidad de Aguaytia, en la provincia de Padre Abad, en la Región de Ucayali, el año 1962. Inició sus estudios primarios en Tingo Maria, continuó su secundaria en Lima y Pucallpa.

Cuando tenía un año y medio de edad, sufrió la enfermedad de poliomielitis, que le dejó secuelas irreversibles. Desde aquella época, siempre ha estado de operación en operación, y cuando asistió a la escuela, empezó a sentir las importantísimas desventajas de no poder jugar ni participar como los demás niños en los deportes y en los juegos pedagógicos. Entonces tuvo que refugiarse en la melancolía de su mundo interior, y en la vitalidad del dibujo y la pintura, que fueron sus aliados.

Antes de estudiar artes plásticas, ya pintaba y vendía sus cuadros, pero decidió postular a la Escuela de Bellas Artes de Lima, e ingresó ocupando el primer puesto. Siguió el programa vacacional de profesionalización docente, y el año 2001, se graduó como profesora de artes plásticas. Actualmente es docente nombrada en el Colegio Nacional de Yarina-cocha, y anuncia la presentación de su primera exposición individual.

ENTREVISTA A LIDIA SEGURA – FRIDA AMAZÓNICA


Ronald Rivera: ¿Cómo surgiste en la escena artística con tus pinturas y en las exposiciones aquí en Pucallpa, antes de estudiar en la escuela de bellas artes?

Lidia Segura: Desde niña siempre he dibujado. El arte se desarrolló en mí como una manera de llenar el vacío porque yo no podía jugar, normalmente, como los demás niños. Recuerdo que mi profesora del colegio, dijo que yo podía estudiar arte, pero mi mamá decía que no era una carrera rentable, que los pintores se morían de hambre, y que yo ni caminar bien podía, cómo podía vivir. Pero el año 1990, conocí a Pablo Amaringo, cuando estaba en todo su apogeo. Tuve la suerte de poder contar con él y con su escuela. Aunque no estudié ahí, sí pude relacionarme con otros artistas y exhibir mis cuadros, que luego se vendieron en el extranjero. Conocí también al antropólogo colombiano Luís Eduardo Luna y a su esposa Sirka Liiza Lonka. Participé en diversas exposiciones locales, nacionales e internacionales.

Ronald Rivera: ¿Cómo cambió tu producción artística, el hecho de estudiar en la Escuela de Bellas artes de Lima?

Lidia Segura: He aprendido a hacer cosas que empíricamente eran incorrectas. Aprendí a aplicar la parte académica, que me ha servido muchísimo. Inicialmente mi pintura era naif; era un arte muy primario, muy infantil, porque mezclaba colores que académicamente no está permitido. Hacía cosas que no debía, aunque se veía bonito. Las personas que no conocen el lenguaje del arte, pueden decir qué bonito, qué hermoso, pero el académico dice que no es bello.

Ronald Rivera: ¿Cómo surgió esta identificación de tu persona y de tu arte con Frida Kahlo?

Lidia Segura: Antes de estudiar en la escuela de bellas artes de Lima, Luís Eduardo Luna, llevó una de mis pinturas a Estados Unidos, y James Couper, un profesor de Arte de la Universidad de Florida, adquirió mi pintura. Así nos hicimos amigos y empecé a tener correspondencia con él. Me preguntaba como era yo física y emocionalmente hasta que poco a poco le fui contando como era mi vida. Me regaló entonces un libro sobre la biografía de Frida Kahlo. Yo no sabía de la existencia de esta artista. Empecé a leer el libro y me impactó. Era como si leyera el relato de mi propia vida, no exactamente, pero muy parecido. Me sentí muy vinculada sobre todo cuando vi la fotografía de la pintura, “La Venadita Herida”. Fue terrible para mí, fue muy doloroso, y llegué al extremo de no terminar de leer el libro porque lo escondí, pensando que así se acababa el problema, pero me perturbó muchísimo, y empecé a sufrir problemas de mi pierna. Yo sufría de osteomielitis y osteoporosis progresivo. El médico me dijo, que mis reacciones eran psicológicas y empecé a tomar la medicina ciprolin con efectos secundarios que me hizo peor, y tuve que hacerme un tratamiento psicológico, en el que me pidieron los cuadros que había pintado, y me pidieron también el libro. Yo misma fui entendiéndome, sobre todo cuando vi la pintura “Las Dos Fridas” de Frida Kahlo. Yo sentí que Frida me había sentido, o yo, en algún momento la sentí, porque tiene la conexión de corazón a corazón, o quizá podría ser parte de lo que ella esperaba de alguien. Fue algo inexplicable porque sentí su dolor. Empecé a leer el libro completo porque el psicólogo me dijo que yo debía enfrentar mi realidad. A partir de ahí, decidí tomar el nombre de Frida Amazónica.

Ronald Rivera: ¿Fue el surrealismo, lo más resaltante de la influencia de Frida Kahlo en tu arte?

Lidia Segura: El surrealismo siempre lo he mostrado en mis pinturas, incluso antes de estudiar en Bellas Artes, porque es algo natural en uno, pero también está la parte psicológica. A través de la pintura se ha volcado mucho de mí, incluso lo que es desconocido para uno mismo. Cuando el psicólogo me pidió ver mis cuadros, me dijo que yo misma me auto-retrataba, y yo misma hacía esto y lo otro, y cuando leía sobre Frida, Frida también se auto-retrataba, pero ella era consciente que era ella, en cambio yo, nunca lo veía así. Y así empecé a entenderme a mí misma, y gracias al tratamiento psicológico he podido comprender muchas cosas.

Ronald Rivera: ¿Y qué papel ha jugado el curanderismo amazónico y la ayahuasca, en tu proceso de madurez psicológica y artística?

Lidia Segura: He incursionado en el mundo de la ayahuasca mucho antes de estudiar en Lima. Incluso los cuadros que pinté que le interesaron a Luís Eduardo Luna, el manager de Pablo Amaringo, fue porque pintaba lo que recordaba cuando había ingerido ayahuasca. Me acerqué a la ayahuasca, no para curarme, sino porque me decían que se ve bonito. A mí interesó la parte artística, más no la parte terapéutica. Me encantaron los colores que vi porque yo siempre enfoqué la parte artística.

Ronald Rivera: ¿Tú afirmarías una diferencia, entre la pintura visionaria de Amaringo y la pintura visionaria que tú has realizado?

Lidia Segura: Claro. La diferencia es que Pablo ha sido shamán. Él ha pintado lo que en su conocimiento o sapiencia ha experimentado o ha hecho. Yo simplemente, como una mortal más, he ingresado en ese mundo y he tenido la suerte de poder ver colores y cosas muy hermosas o fantásticas.

Ronald Rivera: ¿Qué cosas estás mostrando en tus pinturas en estos últimos años?

Lidia Segura: Ahora mi pintura es más calmada; ya no es tan frenética o dolorosa porque ya soy más consciente. Además ya no bebo ayahuasca y pinto mayormente lo que recuerdo. También admiro a la ayahuasca como parte de la naturaleza. Admiro sus misterios y considero a todo esto, como algo ecológico, algo ligado a la conservación de la vida y del planeta, sobre todo en este tiempo de contaminación, de calentamiento global, y del advenimiento del 2012. Pienso que el arte no es solamente para decir qué bonito, sino también para hacer una labor muy importante.

1 comentario:

  1. Mi más grande agradecimiento a Ronald Rivera, por todo su invaluable labor y esfuerzo en cristalizar sus anhelos de transmitir todo sus conocimientos, compilaciones,recopilaciones relacionados en el mundo maravilloso del arte en relación a lo mágico del AYAHUASCA, involucrando sus estudios científicamente o terapéuticos con las practicas ancestrales en este mundo moderno, las personas que de formas diferentes hemos sido privilegiados de haber entrado al " mundo espiritual" y trascendido en lo que la naturaleza amazónica nos ha permitido y brindado. ¡CUIDEMÓSLA ! y sigan los éxitos Ronald, te lo mereces.

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